domingo, 20 de mayo de 2012

lunes, 7 de mayo de 2012

miércoles, 2 de mayo de 2012

Cuentos recreados por nosotros




El alumnado de 1º, con motivo de la semana del "Día del libro",  hemos recreado dos cuentos que nos han gustado mucho, y queremos compartir a través de nuestro blog. Os animamos a leer y a compartir trabajando en grupo, colaborando y ayudando dando a conocer vuestras lecturas y que también las puedan disfrutar los demás.

martes, 1 de mayo de 2012

Supermédico Santiago Ramón y Cajal



Nuestro Supermédico de hoy es uno de los que más me gusta porque se llama como yo. Santiago Ramón y Cajal era español y nació en una ciudad llamada Petilla de Aragón el 1 de mayo de 1852. Petilla es una ciudad un poco especial, porque aunque está en Aragón en realidad pertenece a Navarra. El caso es que Santi nació allí por pura casualidad, porque su familia se mudaba muchas veces a causa del trabajo de su padre que era médico y cirujano.
De pequeño, Santi era muy travieso y parece ser que siempre andaba metido en líos. Dibujaba fenomenal pero no le gustaba nada estudiar y en el colegio siempre lo tenían castigado. Además era muy bueno con los deportes. Estaba todo el día entrenándose en el gimnasio y nadie se atrevía a meterse con él. Como no tenía mucho dinero, en vez de pagar al dueño del gimnasio en pesetas, le daba clases de anatomía.
Al principio Santi no lo tenía muy claro, pero acabó estudiando medicina. Le gustaba mucho hacer dibujos del cuerpo humano e incluso llegó a preparar un libro de anatomía con su padre, aunque al final no pudieron publicarlo. Sin embargo, cuando por fin descubrió su verdadera vocación por la medicina fue cuando le tocó alistarse en el ejército. En aquella época había una guerra en Cuba y a Santi le destinaron como médico allí. Fueron unos años muy duros porque tenía que atender a los soldados heridos con muy pocos medios. La situación era tan mala que él mismo cayó enfermo de paludismo (acordaos, esa enfermedad que transmitían los mosquitos de Sir Ronald Ross, nuestro supermédico número 2)
Al final Santi volvió a casa delgaducho y débil después de pasar muchas penalidades. Entonces consiguió una plaza de médico en Zaragoza y en cuanto pudo juntar unos ahorros se compró un microscopio. Santi había oído hablar de los trabajos de un médico italiano (Camilo Golgi, el supermédico de hace quince días) y de su técnica de tinción de plata para ver bien los tejidos nerviosos en el microscopio así que empezó a utilizarla para intentar descubrir como funcionaba el cerebro.
Fue entonces cuando escribió un libro donde explicaba su teoría de que el cerebro estaba compuesto por millones de células especiales, las neuronas, y cómo estas podían comunicarse unas con otras a través de impulsos eléctricos. Estas ideas gustaron mucho a los médicos del mundo entero y empezaron a llamar a la teoría de Santi (o Don Santiago, como le decían ellos) la doctrina de la neurona.
Además de dar clases y escribir mucho sobre medicina, Santi escribió a lo largo de su vida un montón de libros distintos. Algunos eran novelas, otros daban consejos para ser un buen investigador y muchos de esos libros todavía están a la venta.
En el año 1906 los esfuerzos de Santi fueron reconocidos con el premio Nobel de medicina, pero como sabéis del capítulo anterior ese año hubo empate y compartió el premio con Camilo Golgi. La verdad es que Santi y Camilo no se llevaban muy bien y en la entrega del premio casi se ponen a discutir. Aunque los dos habían estudiado mucho sobre el cerebro y los nervios gracias a la técnica de Camilo, había algunos temas en los que no estaban de acuerdo. Camilo pensaba que todas las neuronas estaba juntas formando una red (teoría del reticularismo), mientras que Santi defendía que las neuronas estaban separadas una de otra por un espacio muy pequeño y que podían comunicarse a distancia. Muchos años después se demostró que don Santiago Ramón y Cajal tenía razón.
Nota: El autor de la ilustración de hoy es un gran admirador de Santiago Ramón y Cajal, Cesar Viteri.
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Si quereis saber más buscad algo sobre:
Petilla de Aragón
Pesetas
La guerra de Cuba
Neuronas