Nuestro Supermédico de hoy es uno de los que más me gusta porque se
llama como yo. Santiago Ramón y Cajal era español y nació en una ciudad llamada
Petilla de Aragón el 1 de mayo de 1852. Petilla es una ciudad un poco especial,
porque aunque está en Aragón en realidad pertenece a Navarra. El caso es que
Santi nació allí por pura casualidad, porque su familia se mudaba muchas veces
a causa del trabajo de su padre que era médico y cirujano.
De pequeño, Santi
era muy travieso y parece ser que siempre andaba metido en líos. Dibujaba
fenomenal pero no le gustaba nada estudiar y en el colegio siempre lo tenían
castigado. Además era muy bueno con los deportes. Estaba todo el día
entrenándose en el gimnasio y nadie se atrevía a meterse con él. Como no tenía
mucho dinero, en vez de pagar al dueño del gimnasio en pesetas, le daba clases
de anatomía.
Al principio Santi
no lo tenía muy claro, pero acabó estudiando medicina. Le gustaba mucho hacer
dibujos del cuerpo humano e incluso llegó a preparar un libro de anatomía con
su padre, aunque al final no pudieron publicarlo. Sin embargo, cuando por fin
descubrió su verdadera vocación por la medicina fue cuando le tocó alistarse en
el ejército. En aquella época había una guerra en Cuba y a Santi le destinaron
como médico allí. Fueron unos años muy duros porque tenía que atender a los
soldados heridos con muy pocos medios. La situación era tan mala que él mismo
cayó enfermo de paludismo (acordaos, esa enfermedad que transmitían los
mosquitos de Sir Ronald Ross, nuestro supermédico número 2)
Al final Santi
volvió a casa delgaducho y débil después de pasar muchas penalidades. Entonces
consiguió una plaza de médico en Zaragoza y en cuanto pudo juntar unos ahorros se
compró un microscopio. Santi había oído hablar de los trabajos de un médico
italiano (Camilo Golgi, el supermédico de hace quince días) y de su técnica de
tinción de plata para ver bien los tejidos nerviosos en el microscopio así que
empezó a utilizarla para intentar descubrir como funcionaba el cerebro.
Fue entonces cuando
escribió un libro donde explicaba su teoría de que el cerebro estaba compuesto
por millones de células especiales, las neuronas, y cómo estas podían
comunicarse unas con otras a través de impulsos eléctricos. Estas ideas
gustaron mucho a los médicos del mundo entero y empezaron a llamar a la teoría
de Santi (o Don Santiago, como le decían ellos) “la doctrina de la
neurona”.
Además de dar clases
y escribir mucho sobre medicina, Santi escribió a lo largo de su vida un montón
de libros distintos. Algunos eran novelas, otros daban consejos para ser un
buen investigador y muchos de esos libros todavía están a la venta.
En el año 1906 los
esfuerzos de Santi fueron reconocidos con el premio Nobel de medicina, pero
como sabéis del capítulo anterior ese año hubo empate y compartió el premio con
Camilo Golgi. La verdad es que Santi y Camilo no se llevaban muy bien y en la
entrega del premio casi se ponen a discutir. Aunque los dos habían estudiado
mucho sobre el cerebro y los nervios gracias a la técnica de Camilo, había
algunos temas en los que no estaban de acuerdo. Camilo pensaba que todas las
neuronas estaba juntas formando una red (teoría del reticularismo), mientras
que Santi defendía que las neuronas estaban separadas una de otra por un
espacio muy pequeño y que podían comunicarse a distancia. Muchos años después
se demostró que don Santiago Ramón y Cajal tenía razón.
Nota: El autor de la
ilustración de hoy es un gran admirador de Santiago Ramón y Cajal, Cesar
Viteri.
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Petilla de Aragón
Pesetas
La guerra de Cuba
Neuronas