LA CORTESÍA ES AYUDAR A LOS DEMÁS EN EL MOMENTO ADECUADO
NORMAS
DE CORTESÍA:
Traigo hoy esta pequeña
recopilación de preceptos que permiten una convivencia más civilizada en
un grupo humano.
• Saludar siempre, aunque no obtengamos respuesta. Nosotros somos
los educados, allá quien no lo sea: ése es quien queda mal. Es lindo desearles
buenos días (así en plural, que es como se dice en español) a los conocidos,
compañeros y amigos.
• Ser agradecido. Esto es algo que está en desuso. No solo dar las
gracias siempre, sino tratar de devolver los favores en la misma medida.
Esperar la oportunidad para hacerlo, no provocar situaciones forzadas que
pongan en entredicho a la otra persona.
• Pedir las cosas por favor, no quitar, arrebatar o tomar sin
permiso.
• No interrumpir conversaciones, salvo que sea un asunto
urgente; entonces disculparnos antes de intervenir y preguntar si se puede
lograr la atención en ese momento.
• Tocar antes de entrar en las habitaciones, estén abiertas o
cerradas, y aún sabiendo quién o quiénes están dentro. Esperar el permiso para
entrar, no hacerlo de inmediato.
• Quitar la etiqueta del precio de
los objetos comprados para regalos. Es una falta de delicadeza mostrar a la
otra persona cuánto nos hemos gastado en su alegría.
• Comer con la boca cerrada y masticar sin hacer ruidos. Esto es
también una medida higiénico-sanitaria pues se evita la entrada excesiva de
aire al tracto digestivo, lo que luego nos evitará molestos gases.
• No llamar por teléfono ni visitar antes de las 9 de la mañana
ni después de las 9 de la noche, sobre todo si hay ancianos, enfermos o niños
pequeños.
• Ofrecer el asiento del ómnibus a todo aquel anciano, mujer
(embarazada o no), enfermo, impedido físico o niño que veamos, aunque dicho
asiento no esté marcado con la señal roja. Cualquier asiento brinda seguridad y
protección a los más débiles, y demuestra que quien lo ofrece es una persona
cortés, humanitaria y civilizada.
• Sonreír y mostrar amabilidad a todos, aunque no nos sintamos bien
de ánimo. Es probable que la causa de nuestra molestia no esté en las personas
que nos rodean, y por ello no van a pagar esa culpa. Como bien dice Martí: “Es
deber humano causar placer en vez de pena”.
• La ironía para con los amigos puede ser motivo de enormes
heridas, y demuestra falta de tacto hacia sus problemas.
• Saber elegir a nuestros amigos por sus condiciones humanas,
educación, buenos sentimientos y sobre todo por su reciprocidad para con
nosotros; más que por su belleza o atractivo físico, dotes de líder (poder) o
solvencia económica.
• No gritar ni ofender durante las discusiones. Pensar ante todo,
que es más bien ilógico que todos tengamos el mismo punto de vista, y sobre
esta base, exponer y contrastar nuestra posición con la de otros, no contra la
de otros.
• No exigirle a otra persona más de lo que puede entregarnos.
Ser realistas, no hacernos ilusiones vanas ni cobrar venganza por nuestra
equivocación.
• Pedir perdón de
inmediato al reconocer nuestro error; ser responsable de nuestros actos hacia
los demás. No somos perfectos.
• No hacer
mofa o burla de otros por ninguna causa, mucho menos a raíz de sus dificultades
o incapacidades. Al contrario, darle todo nuestro apoyo, en la medida de
nuestras posibilidades.
• No avasallar a nadie, pero tampoco subvalorarnos. Son
diferentes la superioridad y la autoestima, así como la humillación y la
humildad.
• Si hay que luchar por algo, que sea en buena lid; teniendo de
nuestra parte las suficientes razones y habiendo analizado realistamente, desde
el punto de vista de la otra persona, sus propias razones para el
enfrentamiento.
• Apartarnos a tiempo de aquello que consideremos poderosamente
malvado y que nos pueda arrastrar a una ruina espiritual o moral.
• No cegarnos por la
ambición ni la avaricia, con frecuencia los éxitos más prometedores en
apariencia, son también los más efímeros.
• Al irnos de un lugar, despedirnos correctamente de las personas
que quedan en él. Así dejaremos también en ellas un recuerdo placentero de
nuestra estancia a su lado.
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